Quedan 4 días para Noche Buena, pero el ambiente que se respira desde hace ya unas semanas es al 100% navideño. Muchos ya están como locos buscando el regalo perfecto para estas fechas, y desde aquí me gustaría recomendaros, un libro fantástico de Howard Buten, "Cuando yo tenía 5 años, me maté".
Su contenido no tiene nada que ver con Papa Noel, ni renos, ni familias felices que comen perdices, sino de la realidad de muchos y muchas Educadores Sociales que comparten su vida, día a día, con niños y jóvenes.
Para meternos un poco en situación, el autor es psicólogo, clown y escritor. Se dedica a tratar a chicos con autismo en una clínica que fundó en un suburbio de París en 1997, realiza espectáculos como Buffo-el nombre del clown que interpreta- para un público menor de edad y a dar voz a niños y niñas en sus novelas.Por ello, es una persona con el que cualquier Educador Social que trabaje en el ámbito infanto-juvenil estaría pensando en coordinarse.
En la novela aparecen diversos "profesionales" que atienden al pequeño protagonista "Burt". Un niño de ocho años recluido en un centro de salud mental. Esos profesionales "institucionalizados", ensimismados únicamente en el cumplimiento de protocolos y de las normas de funcionamiento que un caso como el de Burt requiere, sin atender a la particularidad del sujeto. Y profesionales que se acercan al niño saltándose las normas de la institución, alcanzando una empatía con él que provoca que sea éste el único al que el pequeño Burt admite.
El especial personaje, nos ha de posicionar en la diversidad de personas con las que estamos acostumbrados a trabajar y recordarnos que estas diferencias con lo común y lo establecido no tiene por qué ser siempre tratado desde un punto de vista clínico si no que requerirá de otro tipo de mirada, otro acompañamiento, recursos que se asocian a esta profesión.
